El proceso de construcción comienza con la elección del lugar y el diseño de la piscina. Es fundamental tener en cuenta el espacio disponible, la exposición al sol y la funcionalidad esperada. Una vez definido el diseño, se procede a la instalación de un sistema de filtrado eficiente, preferentemente con filtros de arena o vidrio, que son altamente efectivos para mantener el agua limpia durante más tiempo.

Una diferencia clave respecto a las piscinas convencionales es la necesidad de un generador de cloro salino. Este dispositivo convierte la sal disuelta en el agua en cloro mediante un proceso de electrólisis, eliminando la necesidad de añadir cloro químico. La salinidad ideal en estas piscinas es de entre 3,000 y 4,000 ppm, muy por debajo de los niveles del agua del mar, lo que garantiza una experiencia de baño cómoda.

Además, se debe elegir un revestimiento compatible con el agua salada, como vinilo resistente, azulejos tratados o recubrimientos específicos. Algunos materiales pueden corroerse o deteriorarse más rápido si no están preparados para este tipo de agua.

Una vez llenada la piscina, se añade la cantidad de sal adecuada, que puede calcularse según el volumen total de agua y siguiendo las instrucciones del generador. Luego, es necesario monitorear regularmente los niveles de pH y salinidad para asegurar que el sistema funcione correctamente.

También es clave considerar el impacto ambiental positivo de este tipo de piscinas. Al reducir el uso de productos químicos agresivos, se genera menos contaminación en el agua residual que eventualmente puede infiltrarse en el suelo o en sistemas de drenaje. Además, la menor necesidad de renovar el agua permite un uso más racional del recurso hídrico.

Los beneficios de este tipo de piscinas incluyen:

  • Menor irritación ocular y dérmica.
  • Reducción significativa de los olores químicos.
  • Agua más cristalina durante más tiempo.
  • Ahorro económico a largo plazo en productos de mantenimiento.
  • Menor impacto ambiental debido al uso reducido de químicos.
  • Menor necesidad de vaciar o rellenar la piscina durante la temporada.

Aunque la inversión inicial puede ser más elevada por el generador y materiales específicos, los costos operativos son considerablemente más bajos. Las piscinas de agua salada representan una opción moderna, estética y más saludable que las tradicionales, ideal para quienes priorizan el confort, la sostenibilidad y el ahorro a largo plazo.